Tradicionalmente los manzanos en Asturias se cultivan de forma extensiva, con un aprovechamiento mixto de manzana de sidra y pradera natural. Debido al acusado minifundismo de las explotaciones asturianas, esta combinación de actividad ganadera con la obtención de manzana destinada a la elaboración de sidra permite dibujar buena parte de las características socioeconómicas del entorno rural asturiano, obteniendo así rentas complementarias dentro de la explotación agrícola familiar, que por otra parte permite evitar en cierta forma el éxodo rural, generando una actividad que cuide el medio y fije población.
En primavera, desde mediados de abril, comienza la floración de las variedades de manzano asturianas acogidas a la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias. Los primeros brotes de las ramas anuncian lo que luego será la espectacular floración de los manzanos. Algunas variedades estarán ya en plena floración a finales de abril, alargándose este periodo hasta finales de mayo.
Es en este periodo primaveral, así como a comienzos del verano, cuando se produce el desarrollo vegetativo del manzano. En esta época se realiza el aclareo de flores y frutos, garantizando así la calidad y también una regulación de aquellas variedades que tienden a tener una excesiva alternancia de cosechas (vecería).
Asturias cuenta con unas condiciones inmejorables, desde el punto de vista natural, para poder disponer de unas plantaciones de manzano de sidra de primera categoría. Las heladas y el tiempo inestable pueden poner en peligro, no obstante, el inicio de la fructificación en los meses de la primavera.
Las manzanas se van desarrollando durante el verano y completan su maduración en otoño. A partir de finales de septiembre y hasta principios de diciembre se recoge la fruta, dependiendo del periodo de maduración de cada variedad y de las condiciones climatológicas. La recolección se realiza en un estado de maduración próximo al óptimo, lo que permite recoger el fruto con suficiente firmeza, limitando los daños derivados de su manipulación durante su recogida, almacenamiento y transporte.
Finalmente, en el periodo invernal se realiza una poda anual y se procede a la fertilización, aportando a los árboles los nutrientes necesarios para cubrir sus necesidades.
El cultivo tradicional se trata, como hemos dicho, de un aprovechamiento mixto de manzano de sidra y pradera natural. Se emplean patrones de gran vigor (franco o de semilla) que dan lugar a árboles muy longevos, de gran desarrollo, rústicos y poco precoces en la entrada en producción. Se utiliza marco real, rectangular o tresbolillo, con un sistema de formación libre a todo viento.
El cultivo en eje es un cultivo semiientensivo con el empleo preferente de portainjertos de vigor medio (semienanos), tipo MM106, MM111, M7. El sistema de formación es el de eje en sus múltiples variantes, el marco de plantación es rectangular y la distribución de las variedades se realiza por líneas. Este tipo de sistema de formación permite una entrada rápida en producción y facilita las labores de poda, mantenimiento y recolección de la manzana.
En todos los casos se realizará un mantenimiento anual de la pumarada para favorecer su correcto desarrollo y obtener unas producciones de calidad, minimizando la incidencia de la vecería. Se realizará el mantenimiento de la línea de plantación durante al menos los cuatro primeros años, estando sin hierba mediante técnicas de manejo adecuado. Las calles se mantendrán encespadas a partir del segundo año mediante siega o desbrozado, realizándose al menos dos veces al año.
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