Escanciar el futuro

Con paso lento, debido a las reticencias que las innovaciones causan en los sectores más tradicionales del mundo de la sidra, la elaboración de la bebida regional se acerca a procedimientos modernizados que buscan ampliar el mercado exterior del producto sin sufrir pérdidas entre los consumidores asturianos. El nacimiento de la denominación de origen supuso el impulso oficial del Principado a los cambios, pero la vía administrativa no es la única que persigue la puesta al día de los métodos de elaboración. Los seis lagares que participan en el proyecto de conseguir una sidra a base de manzana seleccionada –según una fórmula patentada y sometida a controles exigentes de calidad y sabor– esperan comercializar este año más de 1,3 millones de botellas de esa variedad, bautizada ya como pata negra, según recogía ayer el suplemento gastronómico de LA VOZ. Al margen de las controversias (probablemente sin solución por lo que tienen de cuestión de gustos) sobre la superioridad de esa nueva opción y de los debates eternos sobre precios, etiquetas y normas de envasado, es muy deseable la consolidación de una oferta con clientes fuera de Asturias y un número creciente de adeptos en casa.

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