Sidra a tres euros

No voy a hacer discurso populista. Lo más fácil cuando los precios suben es dedicarse a la crítica fácil de la decisión adoptada. Parte de la sidra que se comercializará dentro de poco más de un año, la primera cosecha con Denominación de Origen, tendrá un precio de tres euros. Y tenemos que empezar a asumirlo. No obstante, que nadie se asuste, porque convivirán en armonía sidra controlada por un Consejo Regulador y sidra supervisada por su dueño y señor. De hecho, lo más probable, aunque hacer de visionario no asegura su consecución, es que la sidra con denominación conquiste algún mercado más allá de la región. El porcentaje de sidra acogida a la Denominación será inferior al diez por ciento en la cosecha del 2003. No obstante, su éxito de ventas está garantizado por la novedad que supone en el mercado. Estoy convencido de que existirá una demanda de esta sidra de manzana exclusivamente asturiana de sidra. Pero hay que dejar clara una cuestión. Eso no va a querer decir que el resto de la sidra sea siempre de manzana checa, gallega o francesa, como este año. Es decir, son todos los que están, pero no están todos los que son. Fuera de la Denominación de Origen habrá productos excelentes, y dentro algunos mediocres. Nuestra labor será diferenciar la sidra de restallu de la magaya , sin mirar contraetiquetas, solamente con nuestro paladar, porque los asturianos, mal que bien, nos defendemos bebiendo sidra. Lo que es prácticamente seguro es que supondrá un incremento sustancial del precio final. Y la argumentación es muy sencilla. Aunque existan subvenciones, el coste de realizar minuciosos controles de calidad, campañas de promoción y el organigrama necesario para arrancar el motor que certifique el origen de nuestro producto patrio va a ser alto. Y ello repercutirá en el consumidor final. La lectura que hay que realizar siempre ha de ser positiva. Ahora tendremos la posibilidad de elegir, algo que hasta este año era inviable. Comprobaremos entonces si la manzana asturiana marca diferencias, y si estamos preparados para asumir las exigencias, tanto fitosanitarias como de calidad, que requiere el siglo XXI. El sector sidrero no ha encontrado precisamente la unanimidad en los últimos tiempos. Cada decisión era un lastre que costaba mucho eliminar. Las reuniones se hacían interminables, y los intereses encontrados insalvables barreras. Parece ser que ahora, unos y otros tendrán que caminar de la mano, y no mirando exclusivamente sus conveniencias, sino en pos de un producto autóctono de calidad. Los envases serán no retornables. Los cientos de cajas apiladas detrás de los mostradores desaparecerán en pocos años, y la imagen de algunas sidrerías se transformará. Mandará el diseño conjugado con pinceladas de reliquias autóctonas. El reglamento que será la base de la Denominación de Origen ya está aprobado. El Consejo Regulador que regirá los destinos de la sidra, formado por doce miembros, tiene nombres y apellidos. La primera labor de este equipo rector será estipular las normas de calidad en un manual. No podemos decir, llegados a este punto, que hayamos recibido una colaboración efusiva del Ministerio de Agricultura. Sus trabas han sido un escollo más en la difícil carrera emprendida. El Gobierno Regional quiere llegar al final a tiempo, justo antes de las próximas elecciones, ya que supondría un refuerzo importante a su labor. Lo único que se solicita desde esta tribuna es seriedad y honestidad. Que no se permitan tropelías, ni se cree la trampa antes que la ley. Y ya de paso, ahora que se están profesionalizando los controles de calidad y de origen, que se cuide también el producto en la sidrería, porque a veces da lástima ver escanciar sidra en determinados lugares. Ahora solamente es necesario que Bruselas dé el visto bueno a la Sidra de Asturias , algo que tarde o temprano tiene que suceder.

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