La familia Menéndez, que firma una de las marcas de sidra más populares de Asturias, se prepara para crecer. Trasladaron el lagar de Baldornón a Fano, precisamente, por necesidades de espacio. En 15 años, sus instalaciones se han vuelto a quedar pequeñas. A los 2.000 metros cuadrados ya construidos se añadirán otros 2.800. Con esta inyección de volumen, se calcula que el lagar podría situarse en una producción anual de 3 millones de litros. Ése es el futuro que tendrán que gestionar Gerardo y Lucía Menéndez, de 37 y 34 años, respectivamente. Seguros herederos de un lagar que les viene de su abuelo y al que su padre -«que es el que más sabe de sidra en casa»- ha sabido dar dimensiones de empresa. La única empresa, junto con el restaurante de los también hermanos David y Víctor Fernández, que existe en Fano. Las botellas de estos lagareros gijoneses se venden, a través de las grandes cadenas de alimentación, en varios puntos de España. También en restaurantes de la Costa del Sol, Levante e Ibiza. Aunque la exportación «es anecdótica», precisa Lucía Menéndez. El mercado asturiano absorbe por sí solo la producción de un negocio que está más preocupado en modernizarse y marcar terreno que en salir al exterior. «Vamos a implantar una maquinaria de última generación. Hemos pedido subvenciones al Principado. A ver», explica Lucía, que es perito agrícola y se ocupa principalmente de las labores administrativas. De su conversación se desprende una gran confianza en la denominación de origen. Es la forma, según dice, de «distinguirse de las sidras de fuera; es que ahora hay lagares ya hasta en Cantabria o Navarra». Cuando se institucionalizó la denominación de origen, hace tres años, su familia decidió sacar a la venta una segunda marca, que se ajusta a los dictados del Consejo Regulador de la Sidra de Asturias. «Vamos poco a poco», comenta Lucía Menéndez. En sus fincas cosechan algunas de las 22 variedades exigidas para la obtención de la denominación de origen. Este año plantaron siete hectáreas de pomares. El próximo invierno plantarán otras dos. Aun así, el autoabastecimiento sigue siendo una utopía.