El Consejo Regulador de la Sidra de Asturias muestra por primera vez cómo transcurren sus catas

Conseguir la etiqueta de la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias implica mucho esfuerzo y cuidados en la elaboración de los caldos. La prueba de fuego es la cata a ciegas a la que los llagareros someten sus sidras. Es una prueba privada que se realiza varias veces al mes en una sala preparada para que nada (ruidos, humos…) ni nadie distorsione el trabajo de los catadores, que en ningún momento saben el origen de los caldos que están evaluando. Por primera vez, el Consejo Regulador ha mostrado a un grupo de periodistas asturianos cómo transcurren esas catas.

Tras superar en el laboratorio varios análisis químicos, los expertos evalúan el olor, sabor, color, espesura, espalme, aguante y pegue de cada sidra. “Lo normal es que el 75 por ciento de los caldos superen la prueba”, explica Adolfo Vilaverde, técnico del Consejo Regulador. Cuando no es así, unas sidras se emplazan, pues los defectos pueden ser corregidos, mientras que otras se rechazan definitivamente.
La cata es sólo uno de los controles que pasan las sidras para conseguir la etiqueta. Se supervisan también las pumaradas, la carga y descarga de manzana, su mallado… “Había un control genérico para los tres productos certificados: sidra de escanciar, sidra filtrada y sidra espumosa… Y ahora los controles se van adaptando a cada uno de esos productos”, comenta Reyes Ceñal, gerente del Consejo Regulador de la DOP Sidra de Asturias.
La demostración ante los medios se ha completado con visitas a la plantación experimental de manzanos del Serida (Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario) y a los llagares El Gaitero, El Gobernador y Cortina, todos ellos en el concejo de Villaviciosa.

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