La manzana nos expulsó del paraíso, pero parece que, para compensarnos, trata de que vivamos en mejores condiciones fuera de él. Esto es, al menos, lo que quieren demostrar los lagareros asturianos, que han decidido sumarse a lo que hacen, ya desde tiempo atrás, sectores como el vino y la cerveza, narrando las excelencias de su producto para la salud, siempre que se consuma de forma moderada.Es una forma extraordinariamente buena de promocionar su productos, tal como están las cosas hoy en día, con una obsesión muchas veces desmedida por la salud y una voluntad de juerga que parecen, en teoría, incompatibles.Existe un estudio de la doctora Caroline Walker, De Brewin Research International, que publicó recientemente los resultados parciales de su investigación acerca de los efectos positivos de la ingesta moderada y diaria de sidra. Walker se basa en el rico contenido en antioxidantes para afirmar que la sidra previene daños celulares que podrían originar dolencias cancerígenas y problemas cardiovasculares. Asimismo, algunos antioxidantes propios de la manzana favorecen la respiración pulmonar según investigadores de la universidad norteamericana de Cornell.Estas últimas investigaciones confirman las tesis de doctores asturianos de tiempos recientes como Justo del Campo, Manuel Tuya Rubiera o Francisco Grande Covián. Una variedad de antioxidantes, los antocianos, actúan como reguladores del ácido úrico, y contribuyen notablemente a las propiedades diuréticas de la sidra.Propiedades A la sidra se le han atribuido propiedades diurética, tónica, eupéptica (mejora del sistema digestivo superior, que contribuye a aplacar el mal aliento), febrífuga, anticatarral, digestiva, preventiva de infartos y otras dolencias cardiacas, laxante, protectora del aparato cardiovascular frente a la arterioesclerosis, anticancerígena o cicatrizante. Cerca del año 600 antes de Cristo, el jugo y la piel de la manzana ya eran considerados remedios medicinales por los asirios-babilónicos y, desde entonces, la manzana no ha dejado de poblar tanto mitologías y leyendas como tratados de medicina. A finales del siglo XIX, el farmacéutico ovetense José García Braga comercializaba con éxito en su establecimiento de la calle Cimadevilla la ‘Sidra Ferruginosa de Asturias’, recomendable para quienes padecían anemia y las mujeres embarazadas. Lógicamente, para que sea beneficioso, el consumo ha de ser moderado. Los expertos recomiendan una botella diaria (7-8 culinos). La baja graduación alcohólica de la sidra (5,5% en volumen aproximadamente) sitúa, además, a la sidra en una situación ventajosa frente a otras bebidas de mayor graduación como el vino, los combinados o los destilados. La sidra «no sólo es protagonista indiscutible de la vida social asturiana, sino también «se desvela como un aporte fundamental dentro de la recientemente consagrada dieta cantábrica».«Tanto por la importancia socioeconómica como por su popular consumo», está claro el interés de la comunidad científica asturiana, especialmente de la Universidad de Oviedo, el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (SERIDA), el colectivo de profesionales de la medicina y el propio Gobierno del Principado, para abordar estudios más profundos y actualizados sobre la sidra natural.